Y eran presa y eran predador y eran apetito y eran alimento.
Solo que muchas veces no sabían cuál era cada uno de ellos.
Y él era una fiera en celo permanente y su enervada necesidad encontraba
satisfacción entre los mullidos senderos de sus muslos opulentos.
Y entre embestidas frenéticas y entre la maciza suculencia de sus
caderas opulentas, encontraba vida y muerte, y purgatorios y cielos, y las
corduras más dementes.
Y también...
Se convertía en manso cachorro cuando ella le curaba las heridas y
cuando le contaba las estrellas en en el pelaje llevaba adheridas.
Y ella...
Musa... Amazona... Mujer... Ninfa...
Era de cándidos amaneceres,
aunque entre sus piernas había mil infiernos que hervían
cuando la lengua correcta hablaba su lenguaje
de la manera más docta y más ferviente.
Era agua refrescante...
Era de dunas desérticas que erosionaban
con cada caricia las murallas más erguidas
con que Él arremetía entre sus carnes con gula inclemente.
Ella era una musa de inspiraciones sutiles
y de líricas dulces, palpitantes...
Y sabía arrebatarle los espesos afluentes
que él le reservaba para su pícaro deleite....
Eran todo lo que más necesitaban...
Y estaban condenados a pasar eternidades separados
porque la vida les daba todo aparte,
y de ellos, no les daba nada...
Fausto Morales(R) 2020
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